MARCA LA DIFERENCIA.
El primer cuidado que necesitamos en la enfermedad es una cercanía llena de compasión y ternura. Por tanto, cuidar a los enfermos significa, sobre todo, cuidar sus relaciones, todas sus relaciones; con Dios, con los demás -familia, amigos, personal sanitario- y consigo mismo. ¿Es posible? Por supuesto que es posible y todos estamos llamados a comprometernos a marcar la diferencia.